Jojo, sin embargo, quería encontrar una respuesta que de verdad contestara a las dudas que habitaban en su mente y en la mente de todos, quería cambiar al mundo, de alguna manera u otra, costara lo que costara. Entre ratos, sentía que no tenía los pies sobre la tierra, miraba a su alrededor sin ver nada, porque no encontraba algo que valiera la pena. Los días pasaban, uno tras otro, con el mismo resultado triste de no saber que hacer. A su edad, la gente se la vive en la calle, reventando sus sistemas con alcohol y tabaco. Ya lo había hecho, una que otra vez, sin que nadie lo supiera (Excepto Eleanor, por alguna razón solía contarle alguna que otra travesura a su hermana, seguro solo para sacar la adrenalina de guardar ese pequeño secreto juguetón. Otras cosas, se las callaba y las platicaba con él mismo); pero esto no significaba que fuera como los demás, al menos procuraba ser un tanto original en las cosas que hacía. Eran muchas las que hacia y le gustaban, que era lo mejor.
Entre tanto, observaba a su hermana y a su madre, que siempre estaban metidas en su propio mundo, a veces cuchicheaban, a veces los tres reían. Eleanor era escritora, parecía que vivía en una dimensión paralela a la de los demás, sin embargo, había aprendido muchas cosas de ella y, a diferencia de otros hermanos, ellos se llevaban bien. Al extremo de contarse secretos, reír a carcajadas y pasar horas, horas y horas platicando de muchas cosas: De la vida, de la escuela, de los libros, de los artistas, de John, de Paul, de Ringo y de George. De Desmond (el ya famoso novio de ella), de la chica en turno, de las otras, de los amores pasados, de los imposibles y de las tonterías del corazón, así como de sus aciertos. A veces se quedaba observando esa relación entre Desmond y Eleanor, preguntándose si acaso eso iba a durar. Los dos no habían estado en una relación... "real" nunca y entre ratos era divertido verlos pelear o solo ver las caras de desesperación de Eleanor. Y su felicidad cuando lo veía. Desmond le caía bien.
Siguiendo con Eleanor, de ella era la culpable de muchas de las cosas que le pasaban ahora. No era malo, no. Es que ella le mostró "A Hard days night", justo una noche de un sábado en que fueron a hacer las compras con Julia y ella le compró a su hermana la película de los fabulosos Beatles. Ella le dijo que eran buenos, que The Beatles eran geniales y que él, que era músico, debería escucharlos, porque ellos cambiaron todo. Desde la música, hasta la forma de ver la vida de quienes los aprecian. Sin más, le hizo caso, y escuchó con ella la música, de principió a fin, sin adelantarse, sin retroceder. Fueron desde las primeras canciones, hasta las últimas y las de cada uno de los integrantes por separado o en otras bandas.
The Beatles es el inicio de esta historia, en realidad.
Ya sabía que quería cambiar el mundo, la música y el mensaje de ellos lo impulso a desearlo de verdad. Lennon lo apoyó. Pero no sabía como hacerlo. Pasaba largas horas, sentado en silencio o en las grandes platicas durante las horas de clases, poniendo o no atención, pensando también en que solo quería paz al mundo. En la escuela, la vida transcurría como debía hacerlo. Pues hay de todo, desde sus amigos, esos que no quiere soltar de aquí a trecientos años después, hasta esas chicas que se meten y dejan meter cualquier cosa con tal de estar "en onda", los maestros huecos (Hola, Freddy), como los maestros increíbles (Hola, maestro Alfredo). Muy en el fondo, se sentía un poco perdido. Cantaba If I fell de repente y después, ya no estaba la susodicha. Todo eran tan extraño...
Por eso a veces le quería pegar a su hermana. Porque Eleanor concebía las cosas de manera distinta. Ella no conocía la clase de amor que él a sentido, pero escribía sobre él. Lo hacía casi como si lo conociera. Es que ella leía, leía demasiado y observaba demasiado. Era muy observadora. Hasta que llego Desmond y comenzó a ser otra, de alguna manera u otra. Entre ratos, histérica como siempre, entre otros, calmada, sonriente. Eleanor, sin embargo, no sufrió las cosas que él. Las cosas que le estaban tocando a él. Eso de amar y no ser amado, de ser lastimado, esas cosas. Claro, eso pensaba él.
Eleanor era cerrada, por lo tanto... nadie sabía. Bueno, seguramente Julia si.
Un día simplemente se lo dijo:-"Tu no sabes nada del amor."- Ella se rió, lo recuerda, y no dijo nada. De repente, solo resopló en un suspiro:-"Eso es lo que tu crees"- Poco después, apareció Desmond. O al menos, él se enteró de Desmond.
~ · ~
Con la voz de Julia empezó el día, su madre le despertó en la mañana para que saliera a hacer unos mandados, pero no los hizo porque aun así se le hizo tarde. Pero ese fue el día en que se le ocurrió todo eso. Fue a la escuela, no llegó tarde, estaba haciendo esos dibujos en su cuaderno como toda la vida, distraído, abstracto, pensativo a veces. Pero nada venía a él en realidad. Esa noche, se los mostró a Eleanor y ella sonreía como si entendiera. Y si, lo hacía. Ella entendía, porque también creía en eso. Cuando al día siguiente, no se presentó a clases, tuvo una mejor idea... Paso parte del día pensando en como podría cambiar el mundo y luego recordó que había dibujado un barco hace poco. No se acordaba porque, pero de repente le llego con claridad: "Un barco puede llevarte muy, muy lejos". Claro, eso es lo que necesita la gente. Un barco que los lleve lejos de la tristeza, un barco que les haga sonreír...
¡SONRISAS! Es que esa era la respuesta. Por eso era tan importante.
Quería cambiar el mundo, quería ver sonrisas en los rostros de todos. Por eso, usaba magia para entretener y mirar las caras impresionadas de todos, como no podían creer que el truco le saliera tan bien. Simplemente, era increíble esa pequeña sensación que lo hacía sonreír también. Por eso... Buscaba sonrisas.
Bajó las escaleras y miró a Eleanor, que limpiaba su casa mientras Desmond iba a la escuela, ella con su año sabático de envidia y su forma tan simple de obtener dinero. Ella lo miró por un instante también.- ¿Sabes hacer barcos de papel?
-No. La verdad es que no...-Suspiró.- ¿Por qué?
-Nada, nada.
-No. La verdad es que no...-Suspiró.- ¿Por qué?
-Nada, nada.
Volvió a subir ante la mirada curiosa de su hermana y, sin más, buscó en internet. Para ello, llegó su madre y se distrajo un rato. En un instante, volvió a encerrarse hasta que logró replicar los movimientos de las manos y el manejo del papel que vio en youtube. Al ratito, fue con su amigo y vecino para hablar del tema.-"Busco sonrisas."-Le dijo y él le miró extrañado. Entonces le explicó:
-Haré un barco de papel, en el que explicaré mi nueva... campaña. "Soy un barco de papel y busco sonrisas", algo así. Anotaré el nombre de la persona a la que le quiero dar este barco y se lo daré, para que del otro lado ponga otro nombre y lo pase, así el barco se cargará de sonrisas.
-Buscas sonrisas...
-Si.
-Bien, vamos a buscar sonrisas.
-Buscas sonrisas...
-Si.
-Bien, vamos a buscar sonrisas.
Eso le agradaba de su amigo, que a pesar de su apariencia algo boba y de ser un mandilón, él también quería cambiar el mundo y también quería buscar sonrisas. Por eso, en la computadora, elaboraron durante horas lo que sería el papel más importante del mundo. Un barco de papel. Que busca sonrisas.
Actualmente, ¿quién sonríe con sinceridad? De hecho, la sonrisa esta sobre valorada, porque ya nadie sabe lo que en verdad significa. Él encontraba una sonrisa cuando Eleanor estaba con Desmond, encontraba otra cuando Desmond volteaba a verla, hallaba una cuando Lucy (su sobrina) los veía después de varias semanas sin verse, la encontraba cuando su sobrino descubría algo nuevo en el mundo, veía una más cuando Julia escuchaba las explicaciones que él le daba sobre las pequeñas grandes cosas que quería hacer. Incluso, encontraba una en él, cuando sabía que estaba haciendo algo bien.
Viéndolo así, no era algo muy complicado de entender. Era el impacto que las pequeñas cosas tienen sobre nosotros, esos pequeños momentos que saben a gloría, donde somos inocentes y conocedores al mismo tiempo, cuando nuestros labios forman una curva curiosa y la llamamos sonrisa, que es incluso más maravillosa que cualquier gran arcoiris.
Buscaba sonrisas ahora. Y las iba a buscar en todas partes: En él, en su amigo, en su casa, en la escuela, en el parque, en el centro, en la calle, en internet, en el mundo. Iba a buscar sonrisas para su barco, un barco de papel más resistente que cualquier submarino amarillo y más poderoso que cualquier estúpida bomba nuclear. Buscaba sonrisas para salvar al mundo y a su mundo.
Aun si en las noches lloraba, estaba seguro de algo con respecto a su vida: Él quería cambiar el mundo.
Dedicado a mi hermano pequeño, que busca sonrisas.
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